Una vez , en una cueva abandonada , al costado de una cascada, vivía una suricata llamada Phillippa.Su comida preferida: pastel de papa. Su bebida: jugo de arándano. Era muy coqueta y le gustaba mucho patinar sobre hielo. Cuando se congelaba la cascada , patinaba sobre ella, ¡ERA UNA PROFESIONAL! Y al comenzar el deshielo nadaba con la corriente que la llevaba a ríos desconocidos, nunca atravesados.
Una tarde, en la cascada, mientras Phillippa estaba durmiendo, de repente apareció entre los árboles, ¡crsh, crsh!, un loro llamado Chelo. Tenía sus plumas muy grandes y suaves , era un loro delicado .Sus colores eran:rojo,como el planeta marte,verde como las hojas de los árboles y azul como el cielo . A Chelo le decían alcancía porque una vez se trago una moneda de oro de18 kilates.
Él era un loro muy malo, tan malo que antes de que Phillippa se levante de su siesta y vaya a nadar, tiró diamantes de cristal muy filosos en la cascada. Al se, ¡la suricata se lastimó!¡pegó un grito extraordinario! Y rápidamente salió del agua .Gritaba como loca porque sentía un gran ardor.
Al rato, vino a curarla el perro doctor Geppetto. Le desinfectó las heridas con agua oxigenada y las vendó con gasas. Mientras el doctor la curaba, ella pensaba quién habría tirado esos diamantes a la cascada.
En ese instante Geppetto le preguntó: -¿qué te causó estos daños? Ella le respondió:-No sé que lo causó, lo que sé es que cuando me tiré de la cascada había diamantes en ella.
La suricata le pidió al doctor si la podía ayudar a encontrar al culpable de ese acto desgraciado. Él dijo que sí , y pidió una muestra del cristal.
Philippa fue a la cascada y consiguió lo que Geppetto le había pedido.Llegó y le entregó la muestra al perro doctor. Con un aparato electrónico, llamado: “DETECTOR DE OBJETOS”, él averiguó en un instante quién era el responsable de este hecho inesperado y dijo:- ¡El responsable es el loro Alcancía!
Entonces, fueron a su casa y juntos, lo dejaron sin plumas, ¡re rapado!, para que aprenda la lección y nunca más vuelva a hacer fechorías…
AUTORES
Lucìa Fagiani
Emanuel Medicina
Santiago Pennacchioni